Un día tendrá la ventura de encontrar en su patio el meteorito que le
hacia falta,.. esperar como esperan los ciegos, a que por suerte caiga
en sus manos el ultimo ingrediente de su artefacto, lleva cien días en
esto de la espera, hoy se levanto con un optimismo mayor al que tuvo en
años, se ha dedicado sus quehaceres, depuró un par de errores en el
preciado aparato de su vida.
Un inventor debe vivir para ello, su vida se consuma en la acción.
Lleva
ya la tarde muy activo y gracias a esa inusitada actitud con que lo
levanto el día hoy desempolvo la mitad de su biblioteca, alimenta ese
pecesillo, que no es dorado y le ha acompañado durante 50 de esos 100
días de espera, aun le deprime ver un animal atrapado en un espacio tan
pequeño, sin embargo le ha cogido cariño, aunque a rufo el pastor alemán
aun le da un poco de celos cuando su amo prefiere conversar con ese
animalito tan insignificante.
Un inventor que necesita un meteorito
no es nadie sin la astronomologo(a), esa astronomologa que renuncio en
la mitad de sus demorados cálculos, era claro que el ansiado objeto
caería allí, pero ella no quiso despejar el cuando, debido a incidentes
con el incorregible y poco soportable Dr. Wesnoth. Hace cien días solo
faltaban menos de dos horas de calculo para despejar con claridad cuanto
habría de esperar para la sub orbitacion y colapso de ese Rubí
forastero sobre el patio de nuestro ingeniero.
Otra noche y se
aproxima el dia 101...sabia que tomaría mas de 3 días aquel día, también
sabia que llegaría antes del día de su muerte, pero la espera lo va
matar... y ese aparato aun no ha expresado su utilidad.
Otro día les contare un poco mas de este señor.